Barra de bar

El edificio de Congresos de Huesca tiene una cafetería bastante acogedora. En ella trabajan mujeres, por lo menos eso parece a primera vista. Detrás de la barra está Marianna y en la cocina Daniella. Las dos son de Rumanía, pero viven en Huesca. Marianna, que tiene 34 años, lleva 4 viviendo en Aragón y el español le cuesta todavía, aunque ya no le pasan cosas raras con el idioma. Al menos no tantas como al principio: «Antes trabajaba en casa de un señor. Un día me mandó a comprar pilas. Por la tarde me preguntó si había hecho el encargo, y me puse contenta porque había ido por la tarde a comprarlas. Se las dí y me dijo ´Marianna, esto no son pilas! Es para limar las uñas!´. Es que en mi país llamamos a las pilas baterías. Pilas es para las uñas».

Daniella es algo mayor. Ronda los cuarenta. Tiene un hijo de 17 años que estudia en el instituto de la residencia Pirámide, en la que nos hospedamos: «Este trimestre le ha ido muy mal. Nunca le va mal, es un chico que estudia. Pero, bo!, yo no sé qué le pasa. Luego me dice ´Tranquila mamá, que ahora me he dado cuenta y tengo que estudiar más´. Pero no sé… Este trimestre le ha ido mal». Le dijimos que no se preocupara, que seguro que había aparecido alguna chiquita por medio.

Marianna y Daniella ven las ponenecias del congreso a través de una pantalla de televisión. Ahora aparecen hablando unos ponentes. «A veces las cámaras enfocan a los que escucháis. Algún día os veremos hablando ahí, periodistas».

Su día libre es el lunes, y aunque tienen que estudiar el carnet de conducir, prometieron leer este post. Esperemos que se animen a dejar algún comentario.